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Educación ambiental y desafíos contemporáneos

Publicado en: 02/12/2021

La Educación Ambiental (EA) se enfrenta a límites, dificultades y retos contemporáneos que solo se pueden afrontar mediante el acceso a la información y la cualificación del conocimiento para que las personas y empresas sensibilizadas entiendan su papel.

Pero hacer entender a la sociedad de qué recursos dispone para luchar por los derechos, así como conocer las herramientas para reducir los problemas socioambientales, no es precisamente una tarea fácil. Esto requiere un proceso de cambio de pensamiento, que se ha ido construyendo a lo largo de cientos de años, y que implica a la educación en su conjunto.

La relación entre el ser humano y la naturaleza se ha considerado durante mucho tiempo desde una perspectiva antropocéntrica y fragmentada, que ve el medio ambiente como algo distinto y subordinado a las necesidades humanas y la naturaleza solo como proveedora.

Aunque hoy en día está ampliamente difundida la comprensión de que el ser humano forma parte de un sistema y no es una entidad separada de la naturaleza, sigue prevaleciendo una visión cartesiana, que se puede representar con el término «recurso natural», que pretende satisfacer, además de la supervivencia, el mantenimiento del estilo de vida de la sociedad de consumo.

Así, las empresas y las personas siguen, en su mayoría, como si las fuentes de materias primas fueran inagotables. Y, aunque sus discursos abogan por la transformación de la sociedad a través de la Educación Ambiental, no se dan cuenta de que lo que hacen es solo depositar en ella la responsabilidad abstracta de salvar los problemas ambientales. Carecen de la percepción de que lo que está en juego es la propia educación y lo que se entiende por ella.

La Educación Ambiental es ante todo una cuestión de educación general. Por lo tanto, no se puede presentar simplemente como una nueva estrategia de enseñanza sin cuestionar los fundamentos, los principios epistemológicos y conceptuales sobre los que se desarrolla la educación en la sociedad actual (RAMOS, 2001, p.216)[1].

Es un hecho que la expresión Educación Ambiental impregnó no solo la ideología política, sino que pasó a ocupar un lugar destacado en el contexto pedagógico desde principios de los años 70, incorporando nuevos términos y perspectivas a medida que se iba institucionalizando.

Desde la Conferencia de Estocolmo de 1972 se reconoce el vínculo entre la educación ambiental y la adquisición de determinados valores, aptitudes y actitudes. Evoca la necesidad de una conciencia «ilustrada» del ser humano en su relación con la naturaleza y el medio ambiente para su preservación y conservación.

La EA surgió, entonces, como una «estrategia» de la sociedad para enfrentar los problemas ambientales entendidos, desde ese momento, como amenazas a la calidad y la vida en el planeta[2].

La idea de que la historia del ser humano no se puede disociar de la naturaleza y que su libertad debe pasar por el respeto de los «derechos» de la naturaleza, constituye uno de los puntos fuertes de la ideología contestataria en este primer periodo. Por lo tanto, la necesidad de EA a escala mundial se convierte en una recomendación universal.

La globalización de la EA dio un paso importante con la Conferencia Intergubernamental de Tiflis, celebrada en 1977 en Georgia, cuando se institucionalizó.

El documento de la UNESCO «Educación Ambiental: las principales directrices de la Conferencia de Tiflis» se ha convertido en una referencia para los organismos, personas e instituciones responsables de la educación ambiental a nivel regional, nacional e internacional.

Educación Ambiental y desafíos contemporáneos - PEA
Educación ambiental y desafíos contemporáneos: Programa de Educación Ambiental (PEA) realizado por Synergia. Foto: Synergia

Así, constituye un texto técnico con los propósitos, objetivos, principios rectores y estrategias para el desarrollo de la EA, con el foco principal en el hecho de que dicha educación solo podría darse, en los espacios educativos por excelencia, a través de un enfoque interdisciplinario.

Años más tarde, en un contexto de extrema desigualdad social, creciente pobreza y agravamiento de los problemas medioambientales, surgió un nuevo término: desarrollo sostenible.

La Conferencia Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Rio de Janeiro en junio de 1992, tuvo como principal objetivo establecer acuerdos, estrategias globales e internacionales, basadas en los intereses de todos, en la integridad del sistema medioambiental y en el desarrollo mundial. Con ello, se plantearon nuevos retos para la Educación Ambiental.

La EA ha asumido un papel central en la construcción de un mundo «socialmente justo y ecológicamente equilibrado», condición que se considera indispensable para la supervivencia humana y para el mantenimiento de la vida en el planeta.

En otras palabras, la Educación Ambiental debe ser capaz de formar un pensamiento calificado y crítico sobre las cuestiones socioambientales, y ser conducida por el Poder Público, entidad responsable de promover la Educación Ambiental en todos los niveles de enseñanza, pero también fuera de ellos.

Sin embargo, a pesar de que es un consenso mundial, tanto de los países ricos como de los pobres, que el modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico y la degradación del medio ambiente ya no se puede aplicar, el desarrollo sostenible se ha presentado como un término ambiguo, aún en construcción.

Recordando que el final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI estuvieron marcados por una serie de crisis:

  • Política: olas de autoritarismo que amenazan a los regímenes democráticos, descreimiento en los partidos, marcados por la corrupción, etc.;
  • Medio ambiente: energía, agua, clima;
  • Económicos: por la especulación financiera, sobre todo, y la falta de empleo y oportunidades;
  • Demográficos: con grandes desplazamientos de población, ya sea por catástrofes medioambientales o pandemias;
  • Valores éticos y morales: marcados por la pasteurización de la cultura, de las identidades, la banalización de la vida y la inestabilidad de las relaciones sociales y de los vínculos comunitarios.

Cabe señalar que, en la actualidad, seguimos enfrentándonos a estas mismas crisis, algunas de las cuales incluso se han visto agravadas por la pandemia de coronavirus. En el ámbito nacional, los retrocesos en las políticas medioambientales amenazan la naturaleza y agravan los efectos del calentamiento global. Y aunque las empresas vuelven a invertir en prácticas de ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), las razones para hacerlo están vinculadas principalmente al rendimiento y/o al riesgo financiero.

En este contexto, caracterizado por la miseria material e inmaterial, se produce una separación entre el poder y la política, perdiendo el Estado su fuerza. Esto lleva al deterioro de los servicios públicos y a la pérdida de funciones que antes eran responsabilidad del Estado, que ahora se entregan al sector privado y pasan a ser responsabilidad individual de cada persona.

Las desigualdades sociales y la incertidumbre aumentan el enfoque en el individualismo y la felicidad parece sobrevivir en la contradicción entre el consumo y la eliminación.

La lucha de intereses y conflictos de los distintos actores sociales (como el Estado, las ONG, las empresas, las universidades y la sociedad civil) ha demostrado que la educación ambiental ha funcionado a menudo solo a nivel de acciones individuales, sacando las preocupaciones ambientales de la esfera pública y llevándolas a la esfera subjetiva.

Desde esta lógica, que desplaza la Educación Ambiental a la esfera personal, cayendo en una visión simplista, las causas de la degradación ambiental acaban siendo vistas como responsabilidad de acciones aisladas de cada ser humano.

La educación ambiental participativa es la solución

Como es sabido, solo una Educación Ambiental realizada a través de procesos participativos, que culminen en la implicación de la comunidad, puede constituir una forma más eficaz de llevar a cabo acciones para el desarrollo sostenible.

Las personas sensibilizadas, en posesión de conocimientos sobre los problemas medioambientales que les afectan, pueden influir en las políticas y generar acciones a micro y macroescala.

Educación Ambiental y desafíos contemporáneos - PEA
Educación ambiental y desafíos contemporáneos: Programa de Educación Ambiental (PEA) realizado por Synergia. Foto: Synergia

Pero la transformación de las relaciones de las personas con la naturaleza para su conservación/preservación, tal como se pretende, presupone entender que las acciones de los seres humanos están determinadas por la base material de su producción que, a su vez, genera históricamente las relaciones sociales, económicas, políticas e institucionales de una sociedad.

Todo ello hace que no se pueda hablar de Educación Ambiental, excluyendo o debilitando la complejidad de esta base material que, construida sobre el principio de la desigualdad, actúa también de forma desigual sobre quienes utilizan los recursos naturales.

Es urgente que se tomen actitudes concretas, no solo para frenar la degradación ambiental desenfrenada, sino también para perseguir los daños y restaurar en la medida de lo posible lo que se ha degradado en gran parte del planeta. Y esto debería ser igual para todas las naciones.

Vale la pena señalar que si todavía es posible tener una oportunidad de supervivencia a largo plazo (dado el grado de degradación que persiste ante los constantes aplazamientos y retrocesos de las políticas de sostenibilidad), estas actitudes se deben tomar ahora.

La Educación Ambiental se inserta en este contexto en el que las sociedades sufren profundas y duras transformaciones en el marco del neoliberalismo. A esto hay que añadir la negligencia de algunos gobiernos y empresas privadas en relación con las proyecciones y advertencias aportadas por los científicos, combinada con la desinformación y las fake news (noticias falsas).

Y este es el gran reto que se le plantea a la Educación Ambiental: la sensibilización para las acciones de transformación objetiva, en las que los esfuerzos son sincrónicos y conjuntos, ya que no se pueden llevar a cabo de forma aislada.

Un cambio de pensamiento pasa directamente por la aplicación amplia y continua de la EA, y que, además, alcanza efectivamente la parte práctica y no solo la teórica. Se necesita un esfuerzo colectivo, de empresas, gobiernos, organizaciones e individuos. De todas las naciones del planeta. Hay que hacerlo y animar al otro a hacerlo también, entendiendo que formamos parte de un futuro común.

[1] RAMOS, Elisabeth Christmann. Educação ambiental: origem e perspectivas. Educar em Revista, p. 201-218, 2001.

[2] UNESCO. Conferência de Tbilisi. 1977. Recomendação 1. In: ESTADO DE SÃO PAULO. Secretaria do Meio ambiente. Educação ambiental e desenvolvimento: documentos oficiais. São Paulo, 1994. p. 31

 

Synergia cuenta con un núcleo de educadores dedicados especialmente a los temas de Educación Social y Ambiental, siempre atentos al desarrollo de nuevos métodos y enfoques que aporten conocimiento y aprendizaje efectivo a nuestros territorios de actuación. El equipo de Núcleo preparó este artículo buscando aclarar a nuestros lectores el contexto y la relevancia de la Educación Ambiental en la sociedad contemporánea.*

El artículo «Educación ambiental y desafíos contemporáneos» es el primero de una serie de 3 textos producidos por el Núcleo.

Consulte el segundo artículo de la serie: Licencias, educación ambiental no formal y el papel de las empresas

Y el último artículo de la serie sobre Educación Social y Ambiental: As práticas pedagógicas de Educação Ambiental e o contexto político metodológico (Las prácticas pedagógicas de Educación Ambiental y el contexto político metodológico)

ODS4 – Educación de calidad
ODS11 – Ciudades y comunidades sostenibles
ODS13 – Acción por el clima

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